A 40 años del peor brote de Salmonella en EE. UU.: Lecciones para la Inocuidad Alimentaria actual
- Estefanía Jiménez
- hace 12 minutos
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En 1985, un brote de Salmonella typhimurium vinculado a leche contaminada en Illinois afectó a más de 16,000 personas en seis estados del Medio Oeste de Estados Unidos, causando al menos 12 muertes. Este incidente, considerado el mayor brote de intoxicación alimentaria por Salmonella en la historia del país, sigue siendo un referente en la gestión de la seguridad alimentaria.
La investigación reveló que el problema se originó en la planta Hillfarm Dairy, operada por Jewel Companies Inc., donde un fallo en una válvula permitió la mezcla de leche pasteurizada con leche cruda, facilitando la proliferación de Salmonella. Además, se identificó que el diseño de ciertos componentes, como las tapas de rosca en las tuberías de mezcla, contribuía a la contaminación. A pesar de estar pasteurizada, la leche se volvía un vehículo ideal para el patógeno al entrar en contacto con superficies y productos no higienizados dentro del sistema.
El brote puso en evidencia fallas graves en el diseño sanitario de los equipos, la validación de procesos térmicos y la verificación de puntos críticos de control. Este evento motivó cambios importantes en los protocolos de inocuidad, destacando la necesidad de inspecciones más rigurosas, mejoras en la trazabilidad, y una cultura de seguridad alimentaria basada en prevención, no en reacción. Fue un punto de inflexión que aceleró la implementación de programas como HACCP (Análisis de Peligros y Puntos Críticos de Control) en la industria láctea y en otros sectores.
También dejó una lección clave para las autoridades regulatorias: la importancia de actuar con rapidez ante las alertas de salud pública. En su momento, Jewel tardó varios días en retirar los productos contaminados del mercado, lo que incrementó la magnitud del brote. Hoy, gracias a herramientas tecnológicas y protocolos estandarizados, la capacidad de respuesta ante emergencias alimentarias es mucho más ágil, aunque los riesgos siguen latentes si no se mantienen controles estrictos en cada eslabón de la cadena.
A cuatro décadas de este suceso, es esencial que la industria alimentaria continúe fortaleciendo sus sistemas de control y prevención. La implementación de tecnologías modernas, auditorías internas eficaces y la capacitación constante del personal son fundamentales para evitar que errores del pasado se repitan. La historia nos enseña que la vigilancia y la mejora continua no son opcionales: son pilares indispensables de la inocuidad alimentaria y de la confianza del consumidor.
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